Por Anahí Acevedo.
Miles de personas marcharon por 18 de julio a favor del agua, la Tierra, y la vida.
A las cuatro de la tarde eran miles los reunidos en el Parque Batlle, frente al Obelisco. La realización de la «Cuarta Marcha Nacional en Defensa del Agua, la Tierra y la Vida» el pasado viernes 10, congregó a más de cincuenta organizaciones y manifestantes independientes de todo Uruguay. Fue organizada por la Asamblea Nacional Permanente en Defensa del Agua y los Bienes Naturales, y según informó Subrayado, los concurrentes fueron diez mil.
Las principales ideas abarcadas fueron la forestación, el uso de agroquímicos cerca de centros poblados o cursos de agua, las plantaciones de soja transgénica, la mega minería a cielo abierto, la extranjerización de la tierra y los mega puertos de Rocha. Se exigió además, la aplicación del artículo 47 de la Constitución, que prevé sanciones para aquellos que causen depredación, destrucción o contaminación del medio ambiente.
En la entrevista realizada a un poblador de Valentines, pueblo ubicado donde estará Aratirí, este definió a la empresa como «la minera que quiere romper todo». El representante de los vecinos de ruta 7 expuso que el proyecto les afecta «imponentemente». Agregó que «es un desastre, porque si sale tendremos que irnos del todo de allí». Consultado sobre las fuentes de trabajo que brindará el plan a los habitantes, declaró: «le irá a dar trabajo a gente, sí. Pero serán más los que se tengan que ir, que aquellos que se queden a trabajar».
Marcos, oriundo de Valizas e integrante de la Asamblea Nacional Permanente en Defensa del Agua y los Bienes Naturales, indicó que se movilizó en amparo de Parque Nacional de Reserva Forestal. Ubicado entre Aguas Dulces y Valizas, cuenta con seis kilómetros de arbolados. Notificó que, actualmente, este es emplazamiento de la construcción de un puerto que, a través de un «mineroducto», trasladará el mineral desde Aratirí hacia el océano. El rochense reconoció que acudió «no sólo por el tema del puerto. Sino porque tienen que crear una ciudad para abastecerlo. Esto provocaría que Rocha ya no sea más un destino turístico natural».
Eran mil, eran miles. Ya no se cuentan.
La llegada fue prevista para las 15.30 horas; sin embargo, la movilización inició a las 17:30 horas. La diversidad predominó. Gauchos, con poncho y sombrero, se mezclaron entre el resto de la gente que poseía distintas pancartas y ánimos de expresarse. Perdidos entre la multitud habían cabras, chivos, ovejas, carneros, lechones, y una tortuga inflable gigante, que transportaban carteles con protestas.
Al grito de «saquen la garra charrúa, uruguayos» comenzaron a sonar los tambores acompañados por el sonido de caracoles y cuernos vacunos tocados cual trompeta, que ejecutaban una danza aborigen. Los intérpretes, vestidos como habitantes de los pueblos originarios, bailaban al son de la música mientras iniciaban la actividad.
Los escoltaban alrededor de doscientas personas a caballo, que llevaban banderas nacionales y de Artigas, además de las que identificaban su lugar de procedencia, al tiempo que emitían gritos sapucaies. Tres carritos con tracción a sangre y flacos equinos los seguían. Sobre ellos, jóvenes tocaban la güira al ritmo de los cánticos.
Un simulacro de procesión los seguía encabezado por cuatro «dolientes» que cargaban un ataúd con el lema «Uruguay Natural». Un violinista tocaba la marcha fúnebre mientras era acompañado por gente vestida de luto con caretas de calaveras. Transportaban, además, una parca de más de dos metros de altura, con leyendas como «agrotóxicos», «Aratirí», «transgénicos» y «forestación». Una mujer adulta disfrazada de la madre tierra, y con un globo terráqueo en sus manos, bailaba junto a cuatro chicas que interpretaban los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire. Tras ellas, concurrían miles con letreros a favor de la defensa de la vida, el agua y la Tierra.
Como un viento que arrasa
La calle «18 de julio» se inundó de manifestantes que caminaron por más de dos horas hacia la plaza Independencia, entre ellos una persona con muletas.
A su paso, los montevideanos que no estaban enterados de la marcha se sorprendieron al querer atravesar la avenida y no poder hacerlo. En su mayoría, tomaron fotos y acompañaron con sus voces y palmas el canto «No se vende, la tierra se defiende». Algunos otros caminantes, se animaron a cruzarla a pie. El resto, tuvo que esperar. Los ómnibus que transitaban en sentido contrario agregaron sus bocinas al ritmo.
Porque les es más querida
Al llegar a su destino frente al Palacio Salvo, cerca de las 19.30, horas comenzó una batucada que terminó en la lectura de la proclama. El presentador de esta expresó: « ¡Qué alegría para el viejo Artigas! De alguna forma nos está mirando. No sé si desde el bronce o las cenizas. Sí estoy seguro que desde el corazón del pueblo está diciendo: “¡Por fin viene alguien a la plaza Independencia a defender mis ideales!”» y se lo tragaron los aplausos.
Sebastían Ríos, representante de la Asamblea Nacional Permanente por la Vida y por el Agua, y Mariana Gómez, integrante de Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), fueron los voceros. Declararon: «Venimos desde cada rincón del país. Nos convoca la necesidad de difundir nuestros territorios y nuestra soberanía. Marchamos unidos para defender el agua, la tierra y los bienes naturales. No respondemos ni somos la voz de ningún partido político.»
La murga «La Gran Muñeca» cerró el evento. Hizo bailar a los presentes, al tiempo que un grupo de veinte personas quemaba el muñeco de papel que simbolizaba la muerte, y que habían cargado todo el recorrido.
La muchedumbre comenzó a dispersarse cerca de las 21.00 horas. La plaza dejaba los rastros de la presencia de diferentes grupos sociales que, unidos tras una misma realidad, visitaron la capital para ser oídos.
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