sábado, 13 de abril de 2013

Barrio Malvín



Por María Eugenia López
 Historia del barrio.

Malvín en sus comienzos tenía en las inmediaciones de su solitaria playa,muchas viviendas precarias donde habitaban lavanderas, estas eran en su mayoría de raza negra.
El barrio era nombrado como "Balbí" en homenaje a un acaudalado personaje de la costa montevideana, pulpero y dueño de un saladero que llego a integrar el cabildo. 
Luego paso a llamarse Malvín y abarcó toda la zona. Al igual de otros barrios montevideanos fue el señor Francisco Piria quién compró la mayoría de los lotes y los remató a precios en su local ubicado en Ciudad Vieja.
Al igual que en la playa Capurro  eran utilizadas los lunes y martes para hacer masajes acuáticos a muchos caballos de carrera.
Los traían desde el pueblo ituzaingó de Maroñas y esa costumbre de los cuidadores despertó la curiosidad en Malvín por parte de los propietarios capitalistas.
Ellos se entusiasmaron con la tranquilidad y belleza de la zona y comenzaron a levantar en la costa varias residencias de veraneo.
Se inauguró el sanatorio Lussich,que por uno pocos años fue un centro de rehabilitación para enfermos de tuberculosis.

Malvín comenzó a tener su perfil de balneario capitalino; con la instalación de la Estación de Pocitos, los tranvías empezaron a circular en mayor cantidad hacia el Este. Pronto Malvín tuvo su propia línea de tranvía que lucía el número 24. Un rancho de pescadores malvinenses tuvo por años frente a un gran cartel que decía: "El transvía 24".



Allí se reunían también temerarios amantes de la natación que hacían peligrosas competencias en la Playa Honda. En esas épocas, el deporte "oficial" era nadar en la playa y la meta de aquellos audaces muchachos era ir y volver desde la orilla a la Isla de las Gaviotas.

Más adelante, hacia finales ya del 30, se inauguró el Club Malvín, que tuvo varias sedes y ubicaciones; teniendo su sede inicial en la calle Río de la Plata y Orinoco.

Además de tener gran cálidad para el baloncesto, tenía también una enorme sensibilidad con el arte popular, se organizaron varias veladas carnavalescas. El deporte zonal también se identifica con el Club Unión Atlética que, aunque nació por los años veinte en la Ciudad Vieja, luego con una fusión de clubes se integró por completo a Malvín.
Malvín tuvo dos grandes exponentes: el cine auditorio instalado en la playa donde se alternaban orquestas y películas; y el cine Maracaná, donde los muchachos del barrio hacían alboroto durante la matiné.
Los vecinos más veteranos recuerdan la historia del famoso aerocarril que debía unir la playa y la Isla de las Gaviotas, pero que nunca fue terminado. Esto es gran parte de la historia de Malvín, vieja barriada sin fin.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario