Historia del
barrio.
Malvín en sus comienzos tenía en las inmediaciones de su solitaria playa,muchas
viviendas precarias donde habitaban lavanderas, estas eran en su mayoría
de raza negra.
El barrio era nombrado como "Balbí" en homenaje a un acaudalado
personaje de la costa montevideana, pulpero y dueño de un saladero que llego a
integrar el cabildo.
Luego paso a llamarse Malvín y abarcó toda la zona. Al igual de otros barrios
montevideanos fue el señor Francisco Piria quién compró la mayoría de los
lotes y los remató a precios en su local ubicado en Ciudad Vieja.
Al igual que en la playa Capurro eran utilizadas los lunes y martes para
hacer masajes acuáticos a muchos caballos de carrera.
Los traían desde el pueblo ituzaingó de Maroñas y esa costumbre de los
cuidadores despertó la curiosidad en Malvín por parte de los propietarios
capitalistas.
Ellos se entusiasmaron con la tranquilidad y belleza de la zona y comenzaron a
levantar en la costa varias residencias de veraneo.
Se inauguró el sanatorio Lussich,que por uno pocos años fue un centro de
rehabilitación para enfermos de tuberculosis.
Malvín comenzó a tener su perfil de balneario
capitalino; con la instalación de la Estación de Pocitos, los tranvías empezaron
a circular en mayor cantidad hacia el Este. Pronto Malvín tuvo su propia línea
de tranvía que lucía el número 24. Un rancho de pescadores malvinenses tuvo por
años frente a un gran cartel que decía: "El transvía 24".
Allí se reunían también temerarios amantes de la natación que hacían peligrosas
competencias en la Playa Honda. En esas épocas, el deporte "oficial"
era nadar en la playa y la meta de aquellos audaces muchachos era ir y volver
desde la orilla a la Isla de las Gaviotas.
Más adelante, hacia finales ya del 30, se inauguró el Club Malvín, que tuvo
varias sedes y ubicaciones; teniendo su sede inicial en la calle Río de la
Plata y Orinoco.
Además de tener gran cálidad para el baloncesto,
tenía también una enorme sensibilidad con el arte popular, se organizaron
varias veladas carnavalescas. El deporte zonal también se identifica con el
Club Unión Atlética que, aunque nació por los años veinte en la
Ciudad Vieja, luego con una fusión de clubes se integró por completo a Malvín.
Malvín tuvo dos grandes exponentes: el cine
auditorio instalado en la playa donde se alternaban orquestas y películas; y el
cine Maracaná, donde los muchachos del barrio hacían alboroto durante
la matiné.
Los vecinos más veteranos recuerdan la historia del famoso aerocarril que debía
unir la playa y la Isla de las Gaviotas, pero que nunca fue terminado. Esto es
gran parte de la historia de Malvín, vieja barriada sin fin.
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