Malvín
es ahora uno de los barrios más caros para vivir. Los alquileres allí rondan
los $14.306 y un apartamento a estrenar puede ir desde U$S 160.000 a
U$S500.000. Este fenómeno incipiente se debe a la sobreexplotación edilicia en
Pocitos y a las diversas características que esta zona ofrece.
Según
el último índice publicado por la Dirección Nacional de Registros (DNR) en el
año 2012 el valor del metro cuadrado de la compraventa aumentó 1,53% medido en
dólares, y los alquileres subieron un 15% con respecto a la última medición
realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En determinados barrios de nuestra
capital este incremento es aun más notorio; Punta Carretas, Pocitos y Malvín
tienen los alquileres más caros de la ciudad. Los dos primeros hace ya varias
décadas son los puntos capitalinos más costosos, pero “la vieja barriada sin
fin”, como lo llamó la “Reina de la Teja”, se ubica en este podio hace
relativamente poco tiempo.
Agotados los espacios en los frentes
marítimos de Punta Carretas y Pocitos, la lógica del mercado inmobiliario hizo
a los desarrollistas mirar al este, y el barrio alternativo más cercano era
Malvín.
Este fenómeno provocó que inmuebles
antiguos de la zona comiencen a desaparecer para ser parte de la cadena de
edificios que componen gran parte de la rambla de Montevideo.
La sobre población de Pocitos no es
la única variable que coloca a Malvín dentro del top three de los lugares más codiciados para vivir; sino también su
rambla que juntos a sus playas: Honda y la Malvín, son elegidas por los montevideanos
en las épocas de calor.
También sus parques variados, sus
casas con amplios jardines y veredas anchas ofrecen un paisaje diferente dentro
de la monotonía de la ciudad.
En cuanto a lo arquitectónico se
encuentran casas antiguas, humildes, modernas, ostentosas, de todo tipo. Lo
mismo pasa con su gente que lleva estilos de vida variados, diferentes y
antagónicos algunos entre sí. Pero conviven y hacen de ese barrio una zona
peculiar, muchas veces definida como hippie
chic.
Malvín concentra población de todas
las edades que disfrutan del barrio y sus cualidades. Es común ver a los
jóvenes malvinenses reunidos en el “Molino de Pérez”, en la “Plaza Fabbini”,
alrededor del aro de básquetbol de la “Plaza de los Olímpicos” o mateando
frente al Club Malvín. Y a sus pobladores mayores en “La Isla”, un bar de copas
con cancha de bochas o practicando algún deporte y vida social en el Club
homónimo.
La peculiaridad de tener dos
importantes instituciones de basquetbol, eternos rivales, de gran hinchada, que
nuclean a mayores y pequeños, a familias enteras, hacen que este barrio respire
un aire diferente. Provoca una identificación aun mas fuerte: playero o
azulgrana, pero sobre todo de Malvín.
Si bien no cuenta con diversos
centros culturales la barriada posee un gran movimiento cultural impulsado por
sus propios vecinos. El candombe juega un papel de relevancia ya que sin ser un
barrio con gran cantidad de vecinos afrodescendientes formó dos cuerdas de
tambores:
“La
Figari” que los sábados por la tarde sale desde la calle Zum Felde y “La
Gozadera” los domingos al mediodía aparece para ofrecer un espectáculo a los
vecinos y las demás personas que almuerzan en el “Bar Michigan” y en “El
Decano” sobre la calle Orinoco.
El carnaval florece en febrero de
forma intensa también en Malvín, que cuenta con un tablado muy concurrido
dentro de las instalaciones del “Club Malvín”.
Sus
paisajes, su mezcla entre lo bohemio y lo confortable, sus variados estilos de
vida, su aspecto familiero, la seguridad que, en descenso, aun prima en sus
manzanas, los típicos personajes de esos
entrañables que todo barrio ve crecer en sus veredas, hacen de este
antiguo balneario, sencillo en sus raíces, una forma de vivir.
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